Clásicos del misterio, “Nessie” el monstruo del lago Ness.

Nessie, la leyenda sigue viva

Corría el año 565 d. C. cuando san Columbano, el poeta irlandés que llevó a Escocia la religión cristiana, arribó al lago Ness. Como a su llegada se había encontrado en la playa con algunos nativos que hablaban de un hombre que “había sido mordido con maldad” por un monstruo marino mientras estaba nadando, mandó a uno de sus compañeros a la otra orilla para que cogiera una barca que allí estaba fondeada. El enviado de san Columbano se armó de valor y partió; pero apenas había llegado a la mitad del trayecto cuando un monstruo, molesto por el nadador, se lanzó contra él “con un gran rugido y la boca desmesuradamente abierta”. El santo, ante semejante aparición, hizo la señal de la cruz y ordenó a la criatura que se alejase de él.  El monstruo escapó aterrorizado “más velozmente que si hubiese sido arrastrado por cuerdas”.

Y con esta anécdota, mencionada por un escribano de nombre Adamnan en una biografía de san Columbano, escrita un siglo después de su muerte, se habla por primera vez de una misteriosa criatura oculta en las aguas del Loche Ness, en Escocia.

El lago Ness, que tiene una forma larga y estrecha es, por su volumen, el más grande de los lagos de agua dulce de la Gran Bretaña, y el tercero de tamaño en Europa. Tiene una longitud de 38 kilómetros y una anchura de cerca de 1,6 kilómetros, y llega a alcanzar una profundidad de 180 metros.En el transcurso de los siglos se estableció la leyenda de que en el lago vivía unkelpie, es decir, un espíritu maligno de las aguas con forma de caballo (leyenda que también circula referente a los demás lagos escoceses). Además, un viajero del siglo XVII habla de una isla flotante que aparecía y desaparecía. Desde entonces han surgido otros relatos escritos que hablan de avistamientos de animales extraños en el lago Ness, pero hay que esperar hasta el 2 de mayo de 1933 para que nazca oficialmente el «monstruo del lago Ness».

Aquel día, Alex Campbell, un corresponsal local del «Courier» de Inverness, reportó el testimonio del avistamiento del animal por parte de los propietarios de un albergue cercano al lago, en Drumnadrochit. Los esposos MacKay habían referido haber visto «un enorme animal que se desplazaba con movimiento ondulatorio, y que después se sumergió en el lago». Con la publicación de la historia surgió un flujo de informaciones de desconocidos avistamientos anteriores, tanto antiguos como modernos. Durante meses, el tema llenó las páginas de los periódicos y la fama del monstruo se extendió más allá de los confines del condado de Inverness. Ello provocó toda una oleada de cazadores del monstruo que, poco a poco llegaron a la zona del lago Ness.

El 13 de noviembre de 1933, Hugh Gray, un empleado de la British Aluminium Company, realiza, a una distancia de 60 metros, la primera fotografía de un gran objeto que aflora en la superficie. Su publicación hace subir la fiebre del monstruo hasta niveles cada vez más altos. La foto, sin embargo es muy confusa, y los escépticos sugirieron que podría tratarse de un tronco de árbol o de una masa de vegetación, en vías de descomposición.

El 21 de diciembre, el «Daily Mail» sale con un titular en grandes caracteres: El monstruo de Loch Ness no es una leyenda sino una realidad. En el artículo se puede leer que Marmaduke A. Wetherall, notable experto en caza mayor, miembro de la Royal Geographical Society y de la Royal Zoological Society, ha logrado hacer una reproducción del monstruo. Los expertos del British Museum de Londres, sin embargo, confiesan más tarde que han llegado a reconocer que todo el montaje se había hecho con la estructura disecada de un hipopótamo. Wetherall se convierte en el hazmerreír de la prensa, y son muchos los que empiezan a pensar que es necesario un tratamiento más prudente de todo el asunto.

El interés por el monstruo se entibia un poco, hasta que nuevamente explota el 21 de abril de 1934, cuando el «Daily Mail» publica una fotografía en la que se distinguen claramente la cabeza y el cuello de una extraña criatura que emerge del agua. La fotografía había sido hecha por el teniente coronel Robert Kenneth Wilson, un ginecólogo de Londres, y su negativo no muestra ninguna traza de posibles manipulaciones. La comunidad zoológica queda desconcertada por aquella que se convertiría en la imagen más famosa del monstruo, conocida ya como la «fotografía del médico».

En el verano del año 34, la publicación de The Loch Ness Monster and Others, una recopilación de crónicas, dibujos y fotografías, a cargo de un oficial retirado de la marina, Rupert Gould, estimula la primera serie de expediciones de búsqueda, financiada por sir Edward Mountain, el magnate de los seguros. Mountain contrata a veinte hombres, tras haberlos escogido en la lista de los desempleados locales, y los posiciona, con máquinas fotográficas y prismáticos, en distintos puntos estratégicos, en torno al lago. Se produce algún avistamiento,” pero el auténtico acontecimiento es una filmación hecha por el capitán James Frazer, de Inverness. Sin embargo, tras haber visto el film, los zoólogos de la Linnaean Society, están de acuerdo en afirmar que el animal que aparece allí es una foca o una gran nutria.

Con esta enésima desilusión se apaga en todo el mundo la manía por el monstruo, ya que han surgido preocupaciones más importantes con los más terroríficos monstruos alemanes. Y el interés no volverá hasta abril de 1957, cuando se publica el libro More Than a Legend de Constance Whyte. Se trata de una colección de todas las pruebas que sostienen la autenticidad del monstruo que, gracias al éxito que llega a obtener el libro, provoca un imprevisto resurgir del interés por el monstruo del lago Ness. De este modo vuelve a aumentar el número de visitantes a los altiplanos escoceses. Uno de estos, el ingeniero aeronaval Tim Dinsdale, queda tan impresionado por todo el asunto, que decide de inmediato abandonar su carrera de ingeniero, y dedicarse por completo al enigma.

En 1962, Davio James constituye oficialmente el «Bureau for Investigating the Loch Ness Monster Phenomenon», abreviado Loch Ness Investigation (LNI), una sociedad que tendrá por objetivo establecer distintos puntos de observación permanente en torno al lago. De ella forman parte también Constance Whyte y sir Pe-ter Scott (hijo del famoso explorador antártico Robert Scott). Sin embargo, el trabajo de la sociedad no logra producir nada concreto, si se exceptúa una recopilación de las pruebas ya existentes.

En 1969, quizás inspirada por el célebre film de dibujos animados de los Beatles Yellow Submarine, la LNI organizó una expedición con un submarino amarillo a un lugar denominado Viperfish. Optimista objetivo de la misión: arponear al monstruo o, por lo menos, conseguir alguna muestra de su tejido epidérmico para proceder a su análisis. Tras encallar en su primera expedición, el submarino se mostró demasiado ruidoso, demasiado lento y demasiado embarazoso para poder ser útil, por lo que se abandonó el proyecto.

En 1972, un equipo de la Academy of Applied Science, dirigido por el doctor Robert H. Rines, ayudado por un estroboscopio subacuático y por un sonar, obtuvo imágenes fotográficas y de sonar de un animal grande y compacto. Un aumento realizado por un ordenador de la NASA de una de las fotos, mostró un apéndice similar a una aleta adosada a un cuerpo robusto y rugoso. Las pruebas fotográficas fueron corroboradas por las del sonar, que había revelado la presencia de grandes objetos móviles, constituyendo de ese modo el descubrimiento más importante de las investigaciones en el lago Ness hasta el momento. Tres años después, el equipo obtiene otras pruebas fotográficas de uno o más animales que viven en Loch Ness. En una de las fotos se aprecia lo que parece una cabeza cubierta por alguna protuberancia.

La noticia de estas nuevas fotos llega inmediatamente a la prensa y aparece en las primeras páginas de los periódicos. En 1976, un simposium organizado por la Royal Society de Edimburgo, y de algunas otras universidades escocesas que van a presentar las fotos, debe ser cancelado por culpa de una publicidad demasiado exagerada. Esto induce a que se hagan suposiciones de todo tipo sobre la autenticidad de las mismas pruebas. A pesar de todo, Rine, de la Academy of Applied Science y sir Peter Scott, del Bureau for Investigating the Loch Ness Monster Phe-nomenon, tienen una conferencia con la prensa en la que anuncian haber dado un nombre al monstruo: Nessiteras Rhombopteryx, que viene a significar, más o menos, «la maravilla de Ness, con aleta de forma triangular».

Tras un examen de la foto, los científicos concluyeron que no demostraba la existencia de ningún monstruo. Lo que se veía podían ser simplemente burbujas de aire, y la «cabeza» del monstruo, un caballo muerto o el tronco de un árbol.

Entre una de cal y otra de arena, continuó el interés por la búsqueda en el lago, hasta que en 1987 se organizó una expedición imponente, conocida como la operación Deepscan. Se trataba de la búsqueda más completa, con sonar de tipo medio, que se había llevado a cabo en el lago. Dos docenas de barcas, equipadas con sonar, una al lado de la otra, a todo lo largo del lago, iban a rastrear toda la superficie del lago, metro a metro. Las mediciones duraron tres días, pero sólo en una ocasión se registró el movimiento de algo a gran profundidad; sin embargo, no fue posible identificar su naturaleza.

Hoy, cuando millones de personas han oído hablar del monstruo del lago Ness, más de cuatro mil aseguran haberlo visto y un centenar han intentado darle caza, el misterio prosigue. «Si bien muchos de los cuatro mil extraños “avistamientos” pueden ser explicados de alguna de las maneras mencionadas anteriormente, es virtualmente imposible rechazarlas todas del mismo modo.»

Hadas, fantasmas o platillos volantes, en teoría, no son fácilmente localizables, y, por tanto, no es posible establecer por anticipado planos de observación; pero en el caso del monstruo del lago Ness, el área que hay que controlar, aunque sea grande, resulta siempre geográficamente limitada. La cosa que más sorprende en este misterio, por tanto, es el hecho de que durante 1.400 años, sí partimos de la presunta observación de san Columbano, o aunque sólo sea desde 1923, cuando fue posible observar todo el lago —cuyas orillas se habían talado cerca de los caminos que lo bordeaban—, nunca se logró obtener una sola prueba convincente, que superara cualquier tipo de duda, sobre la existencia de una, o más, gigantescas criaturas de las aguas del lago.

Han sugerido algunos que las aguas, obscuras y profundas, hacen muy difícil, incluso para alguien que estuviera vigilando constantemente, observar bien cualquier tipo de movimiento. Y, después, las posibilidades de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado, para observar a ese monstruo elusivo en su ambiente, son extremadamente escasas.

Pero quizás, antes de intentar explicar ad hoc porque no se acierta a ver al monstruo, sea mejor que intentemos comprender si las pruebas que se han recogido en el transcurso del tiempo permiten afirmar con certeza que realmente existe  tal monstruo en el lago.

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San Columbano y el monstruo

La anécdota de san Columbano, según los expertos, representa el primer y más importante relato que documenta la presencia de una criatura monstruosa en las aguas del lago. Se trata simplemente de una anécdota que se refiere a la vida de un santo, escrita un siglo después de su muerte. Por tanto, no habría por qué tomarla en consideración. Pese a esto, si examinamos las fuentes originales es posible descubrir cómo los expertos del monstruo han logrado exagerar incluso este episodio.

Si se consulta; el texto original de la Vita Sancti Columbae en la que se cuenta el episodio se descubre, de hecho, que el autor no se refiere al lago Ness, sino al río Ness. Un río largo y poco profundo, separado del lago Ness por otro lago, el Doch-four. La escasa profundidad del agua del río Ness, que no impide la navegación, hace improbable la idea de la presencia de un monstruo. Si alguna vez hubiera habido alguna cosa en el lago, las personas que durante siglos vivieron en el castillo de Urquhart, una fortaleza construida en un saliente de la orilla que da directamente sobre el lago, y desde la cual se disfruta de una vista completa del lago Ness, debieran haber visto algo, antes o después. Por el contrario, no existe la menor señal referente al asuntó que haya sido dejada por estos observadores privilegiados.

El inicio de la historia

Alex Campbell, el hombre que escribe el artículo sobre el avistamiento del monstruo para un periódico local, desencadenó con su artículo un interés que rápidamente se extendió más allá de los confines del condado de Inverness. En su artículo, Campbell relataba cómo John MacKay y su mujer habían visto «un enorme animal que se desplazaba con movimiento ondulatorio y que después se sumergía en el lago». El detalle de que la pareja tuviese un hotelito que, en los meses siguientes, fue tomado al asalto por los curiosos llegados para ver el lago, insinúa una legítima sospecha sobre la autenticidad de su avistamiento.

Independientemente de consideraciones de este tipo, las cosas no sucedieron como Campbell las había contado en su artículo. La señora MacKay pronto explicó que su marido no había visto nada porque estaba conduciendo, mientras que ella sólo se había sentido atraída por una cierta agitación que había en el agua y que le pareció provocada por «dos nutrias que se peleaban».

Por tanto, es Campbell, que también era el guardapesca del lago, el que tiene el mérito de haber propalado por primera vez la idea de la existencia de un monstruo. Desde niño había crecido con la convicción de que una criatura semejante podía vivir en el fondo de Loch Ness. Por otra parte, explicaba, ¿por qué le habían advertido siempre sus padres que no jugara demasiado cerca del lago? El hecho de que fueran muchos los que hubieran perecido ahogados en sus gélidas y profundas aguas no parece que hubiera sido considerado por Campbell motivo suficiente para las advertencias de sus padres.

Campbell ya había escrito sobre el monstruo y había contado más veces que lo había visto, pero sus relatos se habían limitado, las más de las veces, al círculo de sus conciudadanos. Por el contrario, ahora y en el transcurso de los años Campbell se convertiría en toda una celebridad entre los «cazadores» del monstruo; en realidad, nadie lo había visto tantas veces como él (¡al menos dieciocho veces!) ni había estado tan cerca del monstruo.

En cierta ocasión, mientras se encontraba en el lago a bordo de una embarcación, el monstruo se había acercado y había llevado el barco sobre su espalda durante un buen trecho. Desgraciadamente, Campbell siempre se encontraba solo en estas ocasiones en que se producían estos encuentros «en la tercera fase», y jamás pudo proporcionar una sola fotografía u otra prueba que pudiese confirmar sus historias.

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