Trilogía sobre Hiroshima (III): Grullas y esperanza.

Si la primera parte era la realidad y la segunda los recuerdos, esta es la esperanza de que nunca vuelva a ocurrir algo semejante.

Creo que Japón ha dado una lección al mundo mirando hacia adelante, no hacia atrás, queriendo olvidar algo que solo debía haber sido un mal sueño, y no haciendo propaganda de ello, y lo que es más importante y difícil: perdonando.

Esperanza también es la historia de una niña que simbolizó una generación, Sadako Sasaki.  Si no es el relato mas conmovedor, al  menos es el mas conocido. Esta es su historia:

Aquel 6 de agosto de 1945, Sadako Sasaki tenia 2 años y vivía feliz cuando la bomba estallo sobre su ciudad, Hiroshima.

Ella sobrevivió, pues se encontraba fuera de la ciudad, pero la radiación la alcanzo, y  10 años después, cuando tenía 12, le diagnosticaron leucemia. La bomba le había causado ese cáncer en la sangre.

Estando en el hospital, su mejor amiga Chizuko, le contó el cuento de “las mil grullas de papel”. Este cuento narra que si estas enfermo y haces mil grullas de papel, los dioses te curaran de la enfermedad que tengas.

Animada, Sadako comenzó a hacer grullas con los papeles de los botes de las medicinas del hospital, y animo a otro niño que estaba junto a ella a hacer lo mismo, pero la única respuesta que consiguió del niño fue: “se que esta noche moriré”.

Sadako afectada, decidió que era injusto pedir la cura para ella sola y con cada grulla que hacia, pedía la curación de todas las victimas y la paz, haciendo que quien estuviera a su lado se emocionara por el empeño con el que lo pedía.

Pero el 25 de octubre de 1955, tras 14 meses ingresada en el hospital, y cuando tenia hechas 644 grullas, sus ojos se cerraron para siempre.

 

Tres años después, cuando su historia empezó a ser conocida, todos los niños de Hiroshima llevaron una grulla hecha por ellos mismos para inaugurar una estatua con Sadako y una grulla que sale de sus manos como si quisiera echar a volar. Así la grulla se había convertido en el símbolo de la paz, y esta estatua, fue el origen del parque de la paz de Hiroshima.

En la base de esta estatua esta escrito:  “Este es nuestro grito. Esta es nuestra plegaria: paz en el mundo”.

En los alrededores de su estatua, miles de personas de todo el mundo depositan las grullas de papel para recordar a Sadako y a todos los niños que, como ella, murieron a causa de las bombas atómicas.

La historia de Sadako traspaso las fronteras de Hiroshima y de Japón, (hay poemas canciones y novelas con su vida), y  el 6 de agosto de 1990, en el 45 aniversario de la tragedia, se inauguro otro parque de la paz en Seattle (usa),  con una estatua de Sadako.

Hoy en día Hiroshima y Nagasaki son ciudades nuevas, modernas, que han partido otra vez desde cero y han evolucionado en lugar de anclarse en un pasado doloroso, siendo un ejemplo de superación como dejan ejemplo estas maquetas que están en el Parque de la paz.

La bomba “Little boy” estalló a 600 metros de altura.

Hiroshima antes de la bomba.

Asi quedó segundos después.

La cúpula quedo en pie porque fue el epicentro de la explosión.

Así luce hoy en dia la “cúpula genbaku”  en el memorial de la paz y que es patrimonio de la humanidad.

Cada 6 de agosto miles de candiles recuerdan los fallecidos sobre el río Ota.

Hiroshima hoy.

Hoy en día Hiroshima es una ciudad moderna y llena de vida, gracias a la fuerza de voluntad y al deseo de paz de gente como Sadako.

Espero que al menos hayamos aprendido algo y de verdad nunca tengamos que escuchar otra historia como la de esta niña.

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