Relatos de terror. Una cena exquisita, por Sherezade

Una cena exquisita

Marcos se encontraba tumbado en la cama del hotel. Por motivos de trabajo, según le dijo a su mujer, debía estar ausente una semana asistiendo a un congreso de gastronomía. Aunque los motivos eran otros muy distintos. Su madre estaba con  ella pasando una semana de vacaciones. Recordó su niñez, ausente del cariño de un padre, a cambió recibió golpes y humillaciones por parte de éste. Su pobre madre era la que llevaba la peor parte, siendo el saco donde su padre pagaba la embriaguez y la pérdida de dinero en numerosas apuestas.

Más de un día llegaba a casa pegando una patada a la puerta y buscaba cualquier excusa para agredirla, hasta que ya no pudo más .Cierto día cercano a la mayoría de edad, mientras su padre forzaba a ésta a mantener relaciones con él, le agarró del pelo y comenzó a pegarle puñetazos en la cara hasta que ésta fue una deforme y ensangrentada cabeza.

-¡No consentiré que pegues más a mi madre!-dijo.

-¡Como la vuelvas a tocar te mato, lo juro!-chilló con más  fuerzas.

Su madre le sacó al porche y le dijo:

-¡Marcos es mejor que te vayas antes que suceda algo lamentable!- dijo

-¿Pero no ves lo que te está haciendo?-contestó Marcos.

-¡Déjalo hijo, mejor así. Si me marchase del pueblo, me buscaría hasta encontrarme!-contestó.

Y con todo el dolor de su corazón, hizo la maleta y su madre le dio lo poco que tenía para ir sobreviviendo hasta que encontrase algo. Mientras caminaba con lágrimas en los ojos, se juró a sí mismo que no pararía hasta darle un buen escarmiento. No tardó mucho tiempo en encontrar un empleo que le sufragase los gastos de la pensión y los estudios de su vocación, ser un gran chef. De cuando en cuando llamaba a su madre cuando él no estaba para poder hablar con ella.

La suerte le fue favorable y en esos diez años y se labró un gran porvenir. Era dueño de un famosísimo restaurante de gran prestigio y conoció a la que era su mujer.

No olvidó jamás que en el día de su boda, su madre no asistiese porque él no lo permitió.

Todos esos recuerdos agolpados en su mente, fueron los causantes del plan que llevaría a cabo.

A la mañana siguiente, hizo una rápida lista de lo que necesitaba; un arcón congelador, cuchillos de todo tipo, una picadora de carne y una máquina para cortar fiambre.

Tras un rápido almuerzo pagó la cuenta del hotel donde se alojaba y, dirigiéndose a su furgoneta, puso rumbo hacia lo que antes fuese su casa.

Sabía que su padre no llegaba hasta las ocho aproximadamente, si no se entretenía para beber y emborracharse. Tuvo tiempo de sobra para esconder la furgoneta entre el follaje, ya que su casa se encontraba a las afueras del pueblo. Metió en la casa todo lo necesario y se sentó a esperar. Hacia las ocho, la puerta se abrió y su padre apareció en el umbral de la puerta.

-¿No me recuerdas?-dijo Marcos con una mirada cargada de odio.

-¡Ahora pagarás todo el daño que le hiciste a mi madre!-replicó.

Con la mente trastornada por el odio, se abalanzó sobre él y le atravesó la garganta con un afiladísimo cuchillo. Su padre cayó al suelo herido de muerte y Marcos, cogiéndole por los pies le arrastró hasta colocarlo encima de un plástico para evitar dejar ninguna huella. A pesar de la mortal herida, todavía tardaría unos minutos en morir. Minutos que aprovechó para descorchar una botella de un excelente vino y servirse una copa mientras su padre se convulsionaba y acababa ahogado en su propia sangre.

Una vez terminada la copa de vino, Marcos  cogió un enorme cuchillo de carnicero y de un fuerte golpe, cortó la cabeza de lo que antaño fue su padre. Lo mismo hizo con los brazos y las pantorrillas. Las introdujo en la trituradora, no sin antes haberlos deshuesados y los restos los metió en una gran bolsa.

Ahora venía la tarea más difícil, abrir en canal el cuerpo. Con un cuchillo eléctrico rajó por completo éste y con sumo cuidado sacó el hígado para preparar un delicioso paté.

El corazón y la espalda cortada en grandes filetes los metió en la picadora para hacer un exquisito pastel de carne. Con los muslos cortados en finas láminas, preparó una deliciosa carne en salsa.

El olor que salía de la cabaña era realmente delicioso. Una vez preparada le cena, dejó que se enfriase para meterla en el congelador, mientras degustaba unas deliciosas rodajitas de sesitos a las finas hierbas. Tras limpiar la cocina, quemó en el fuego las ropas de su padre y las cenizas de éstas las enterró junto con el contenido de la bolsa a unos cien metros de su casa, en pleno bosque. Montó en la furgoneta y partió rumbo a su casa.

Al llegar su mujer abrazándole le dijo:

-¿Qué tal el congreso, cariño?

-¡Veréis que delicias os he preparado!-dijo con una gran sonrisa.

Una vez estuvo la mesa puesta Marcos le dijo a su madre:

-¡Mamá tengo que darte una noticia!-dijo.

-¿De qué se trata Marcos?-preguntó su madre

-De camino a casa pasé por el pueblo y la casa parece abandonada, creo que padre no volverá -contestó.

-Mira madre, por un lado es lo mejor, te puedes quedar todo el tiempo que quieras o volverte sabiendo que él jamás te molestará-dijo.

-¿Por qué estás tan seguro que no volverá?-pregunto ella.

-¡No sé, es un pálpito, hazme caso y cenemos!-dijo mientras sonreía.

Una vez degustada la cena que fue regada con exquisitos vinos y acompañada de riquísimas verduras, Marcos preguntó:

-¿Os ha gustado la cena?

-Hemos de felicitarte Marcos-dijeron ambas al unísono.

-Es la cena más exquisita que jamás hemos probado-respondieron.

Y Marcos con cara de inocencia y una gran sonrisa dijo:

-Los ingredientes son lo más importante en un buen plato.

¿Queréis venir a cenar?

Relato cedido a Tejiendo el Mundo por Sherezade (Todos los derechos reservados por la autora)  www.sherezade-mimundointerior.blogspot.com

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