La Montaña de los Muertos II

¿Qué esconde el monte Kholat Syakhl?

Después del desastre empiezan las preguntas. ¿Cómo es posible que nueve jóvenes, fuertes, con experiencia, sanos, mueran congelados por el miedo y por el frío?. Y después de las preguntas, las explicaciones, que como los peces de colores las hay de todo tipo, espero no dejarme ninguna en el tintero o mejor dicho en el teclado, que cada cual elija la que más le guste.

El monte Kholat Syakhl debe su nombre a una leyenda de la tribu Mansi (como ya dijimos, significa “Montaña de los Muertos” en mansi) que cuenta que en el pasado, nueve cazadores mansi murieron por la noche, de repente, sin síntomas de violencia. Fueron encontrados al día siguiente por sus compañeros, como dormidos, pero congelados, por lo que para ellos el monte se convirtió en una montaña embrujada. Según la leyenda, la montaña estaba habitada por lo que ellos llamaban “Almas”, que se llevaban la vida del incauto que entraba en la zona. También la montaña que era el destino de los esquiadores, Gora Otorten (Отортен), significa en mansi “No vayas allí”. Cuando la gente que habita estas tierras durante décadas te avisa de esta manera, habría que tenerles un poquito en cuenta ¿no?.

 

La tribu Mansi, cuya ayuda fue muy importante en las labores de búsqueda y rescate de los muertos, ya que se conocían la zona como la palma de la mano, lo tenían muy claro: los chicos fueron atacados por los espíritus de las montañas. Fantasmas, seres etéreos, que eran los verdaderos dueños de la zona. No aceptaban intrusos, protegían todo el entorno de las agresiones que los humanos hacen a la naturaleza. Los muertos de su tribu eran cazadores, y los pocos cazadores que se adentraban por la zona procuraban no quedarse de noche.

Los chicos eran más que intrusos, eran “extranjeros”, cortaban ramas de los árboles, hacían fuego, en cualquier momento pudieron faltar al respeto a los espíritus de la montaña y lo pagaron caro.

Si tenemos en cuenta los diarios encontrados en la tienda, Igor Dyatlov escribe que su ruta sigue un camino de caza mansi, y que el día anterior un cazador había recorrido la zona. Ellos dejan marcas en los árboles, diciendo cuántos cazadores pasan por el lugar y a qué clan pertenecen. En una de las fotografías de las cámaras encontradas en la tienda, se ve a Igor posando junto a una de estas marcas.

“Mansi, Mansi, Mansi. Estas palabras se repiten con más frecuencia en nuestras conversaciones. Mansi son gente del norte. Personas muy interesantes y únicas que habitan en los Urales Polares del Norte, encerrados en la región de Tyumen. Ellos tienen un lenguaje escrito y dejan signos característicos en los árboles del bosque”. Escribió Igor el 30 de enero.

¿Fueron los espíritus de las montañas los que aterrorizaron a los jóvenes? ¿Les paralizaron de miedo hasta que murieron congelados?

Lo cierto es que la maldición del nueve se repite. Los cazadores mansi muertos de la leyenda eran nueve. Los esquiadores del equipo de Dyatlov eran nueve. En 1960 un avión con nueve personas, entre pilotos y geólogos, se estrelló en la misma falda de la montaña. Murieron los nueve, y al recuperan la caja negra no encontraron ninguna explicación del accidente. Actualmente, los excursionistas evitan pasar en grupos de nueve.

La idea vino esta vez del testimonio de un grupo de excursionista que se encontraban acampados varios kilómetros al sur, que afirmaban haber visto la noche de las muertes varias esferas de color naranja sobrevolando la zona donde se encontraban los esquiadores.

Curiosamente, uno de los defensores de esta teoría era un militar, que no podía mostrar las pruebas por estar clasificadas pero aseguraba que existían. Este caballero era Lev Ivanov. Tuvo muy en cuenta el testimonio de los excursionistas y en esa dirección dirigió su investigación, pero le obligaron a cerrar el caso y sus archivos fueron clasificados. Una vez desclasificados los archivos del incidente con la caída de la URSS, estos supuestos archivos ovni no aparecieron con el resto. Ivanov insistía en que precisamente los suyos, se encontraban entre los “no desclasificables”

La teoría de Ivanov apunta a que durante la noche del 1 de febrero, varias esferas de color naranja, vistas por los excursionistas que fueron testigo y varios habitantes de ciudades de la zona, y de procedencia alienígena, sobrevolaron el campamento de los nueve esquiadores. Cundió el pánico y huyeron. Tal vez no les atacaran, pero en aquellos años el miedo a luces en el cielo estaba muy arraigado. Estamos en plena guerra fría… O tal vez sí les atacaron, obligándoles a huir de la tienda y abandonarla, escondiéndose en el bosque. Las heridas que sufrieron cuatro de los esquiadores, según Ivanov, podrían deberse a la colisión de una nave y el impacto de algún fragmento.

No se encontraron restos de ninguna nave, pero para Ivanov la respuesta está en la rápida actuación del ejército, que pudo llevarse los restos. Los primeros en encontrar el campamento fueron soldados soviéticos a bordo de un avión. Hasta que llegó el equipo de rescate del Instituto Politécnico y los civiles pasó al menos un día, porque ya se habían alejado de la zona, y desde un principio pensaban encontrarlos vivos.

La coloración de la piel y el cabello, la radiactividad en la ropa y la parálisis de los cuerpos, indicaban a Ivanov que fueron objeto de un ataque alienígena. También le parecía muy a tener en cuenta la ausencia de la lengua de Dubinina era similar a las mutilaciones de ganado.

Es curioso que esta afirmación venga de un militar. ¿Se lo creía realmente o intentaba tapar algún asunto del ejército?

TEORÍA SOBRE EL ATAQUE DEL ABOMINABLE HOMBRE DE LAS NIEVES

El Yeti tampoco podía faltar. Excursionistas muertos en las montañas bajo la nieve de los montes Urales, donde se decía que habitaba el abominable hombre de las nieves. Ya desde un principio si empezamos insultando exista o no, sea bueno o malo, a mí si de entrada me llaman abominable me cabreo mucho, me imagino que más el bicho en cuestión.

Los que apoyan esta teoría, afirman que el aterrador rugido del Yeti fue los que asustó a los jóvenes y lo que les impulsó a salir corriendo. Las heridas sufridas por algunos serían la consecuencia de la costumbre de tirar piedras gordas contra la gente del animalito, unido a su fuerza descomunal.

No aparecieron piedras gordas fuera de contexto por la zona, ni pisadas de Yeti, pero alegan los yetiadictos, que tampoco se buscaron

TEORÍA DEL USO DE SUSTANCIAS TÓXICAS Y ADICTIVAS

A ésta la llamo la teoría de las madres, siempre que hay algún incidente una señora responde “estarían drogados o borrachos o las dos cosas”. Cierto que un chupito de vodka para entrar en calor no está descartado. Apareció una botella dentro de la tienda, pero no se indica si vacía o llena. También la teoría de la comida en mal estado se barajó en un principio. Que hubieran ingerido bayas alucinógenas (que broten en la nieve…) o sustancias por el estilo.

Eso explicaría, según esta teoría, el repentino calor que sintieron, el ataque de pánico, la desorientación, las alucinaciones… pero no sabemos si sufrieron alucinaciones o estaban viendo algo real, de hecho el grupo se organizó bastante bien protegiéndose del peligro, que era la tienda. Todos parece que vieron lo mismo por su forma de actuar, se mantienen juntos en todo momento, y no están nada desorientados, porque en la oscuridad de la noche y soplando un viento que arrastraba la nieve, fueron capaces de encontrarse.

En el análisis del contenido de los estómagos de los cinco primeros encontrados y del resto de los órganos de los cuatro restantes, no se cita la presencia de ningún tipo de sustancia extraña. Esta salida habría sido muy provechosa de haber encontrado algo y culpar a los alucinógenos, aunque tratándose de deportistas y de jóvenes de posición respetable, las familias no lo hubieran dado por válido. Está claro que no eran unos irresponsables y drogarse en lugares extremos no es de inteligentes.

Leyendo sus diarios se aprende mucho sobre ellos. Al margen de la botella de aguardiente que todo ruso lleva en la estepa Siberiana, estaban dispuestos a no fumar. Kolmogorova escribe en su diario: “Los chicos juraron solemnemente que no fumarían durante todo el viaje. Me pregunto cuánto tienen de fuerza de voluntad, si se puede vivir sin cigarrillos?”.

El último abastecimiento antes de subir al tren que les llevaría a través de la taiga fue en Zavchoz el 23 de enero. Compran harina de avena, latas y carne en conserva. Kolmogorova apunta que se olvidaron de la sal.

Que hubieran ingerido algún producto en mal estado no se puede descartar, ni el hecho de que uno o dos de ellos atacara a los demás, pero eso no explica el miedo ni la muerte de los nueve. A no ser que no fueran conscientes de lo que estaban tomando… También se habla de “Nieve Tóxica”, cuya agua pudieron beber al derretirse. La nieve tóxica sería el producto de experimentos químicos y biológicos del ejército, bombardeos, fugas de centrales, que al subir a la atmósfera se transforma en lluvia y forma la nieve de las montañas.

TEORÍA DEL ATAQUE DE TRIBUS AUTÓCTONAS

En esta zona habitaban la tribu de los Mansi. Los mansi también fueron sospechosos de las muertes de los esquiadores, por la coincidencia del número nueve, por adentrarse en sus territorios, pero pronto fueron descartados como culpables, de hecho, su ayuda fue muy importante en las tareas de búsqueda.

Se decía que podían estar enojados con los chicos por entrar en territorio sagrado, pero esa zona para ellos no era sagrada en absoluto, al contrario, pensaban que estaba embrujada.

Aunque les hubieran atacado guerreros mansi armados, los esquiadores también iban armados. Llevaban un fusil, un hacha y varios cuchillos, exceptuando algún cuchillo que apareció con los cadáveres, todo lo dejaron en la tienda. Si te atacan ladrones o gente de la tribu molestos, primero no huyes sin las armas, y segundo, los ladrones habrían saqueado el campamento, y no se llevaron nada. Y aparte de las huellas de los chicos y los posibles destrozos que causara el equipo de rescate (añado otra vez que esperaban encontrarlos vivos, por lo que no fueron muy cuidadosos con dónde pisaban al descubrir el campamento) no había rastro de más personas.

Las huellas de la fotografía son las que se usaron para seguir el rastro del grupo, conducían hacía el árbol dónde aparecieron los dos primeros cadáveres. Se les llama “huellas en columna”, una vez prensada la nieve, la huella se congela y al soplar viento que arrastra el polvo de nieve que las rodea, quedan estas curiosas formaciones, que son las que tuvieron en cuenta para localizarlos. Son las huellas de un grupo de ocho a nueve personas, caminan juntas aunque en algunos tramos alguien se desvía del grupo y vuelve a unirse más adelante. Son huellas antiguas, muy diferentes de las que podrían dejar los equipos de rescate. Pocos de los pies llevan zapatos y la dirección coincide con la posición de los cuerpos.

Llevan un paso organizado, todas las demás pisadas caóticas alrededor de la tienda lo más probable es que pertenezcan al equipo de rescate, por lo que la teoría de la huida a lo loco no se sostiene. Abandonaron con mucha prisa la tienda, sí, pero sabían hacia dónde se dirigían.

También se especuló con un posible ataque de fugitivos ocultos en la montaña. Siberia, en el momento de la tragedia era todavía una tierra de Gulag o deportación de presos políticos. Muchos campos de concentración pequeños se dispersaron por toda la región. El más cercano era el de Ivlag a pocos kilómetros del sitio de una tragedia. En ocasiones hubo fugas, los presos se escapan y se esconden durante años e incluso décadas, juntos en lugares aislados.Los jóvenes pudieron convertirse en testigos no deseados y ser asesinados. Muchos de los presos políticos lucharon en los frentes de la Segunda Guerra Mundial, sabían cómo matar y no les preocupaba hacerlo. Pero sin en un solo día estas pobre criaturas se congelaron, no me imagino un campamento de fugitivos en un lugar tan inhóspito, sin contar con que no hay rastro de ellos ni los mansi tienen noticias suyas.

Por otra parte Yury Yudin, que tuvo que reconocer el equipo, la ropa y los cuerpos de sus amigos, descubrió un pedazo de tela que no pertenecía a ninguno de los miembros del grupo. Era un “obmotki”, una pieza de ropa que se usaba para envolver alrededor de los pies o las piernas para mantener el calor, enrollándolo como una venda. Tienen una forma característica y es de un material determinado. Se utiliza ampliamente entre los soldados en los años 40 y después entre los prisioneros de los campos de concentración de Stalin. Y quién sabe si no lo seguiría usando algún soldado de la época. Nadie sabe cómo llegó aquí y nadie sabe cómo desapareció de la sala de pruebas. Pero lo hizo.

Esta fue la primera versión casi oficial. El tiempo había empeorado dificultando la visibilidad, ellos mismos lo explican en sus diarios. La zona de la montaña que eligieron para acampar era propensa a sufrir avalanchas y ellos lo sabían, por eso una de las dudas que surgieron fue por qué eligieron ese lugar, que no era el más apropiado. Se pensó que debido al mal tiempo se equivocaron de camino, y demasiado cansados para retroceder, acamparon en ese lugar. Yuri, el único superviviente, no opinaba lo mismo; conocía la forma de pensar de Dyatlov, y en su opinión, sí es cierto que el mal tiempo les retrasó más de lo previsto, y la acampada debía ser 20 kilómetros más adelante, una vez pasada la falda de la montaña, pero en lugar de retroceder y perder más tiempo o avanzar que era más peligroso, lo más lógico era que acamparan justo donde lo hicieron. Era cierto que en esa ladera se producían avalanchas ocasionales, pero nada indicaba que fuera a ocurrir una, y estaban lo suficientemente alejados para huir y protegerse.

Teniendo esto en cuenta, no es descabellado pensar que el miedo a un desprendimiento de nieve no estuviera presente entre ellos, habían aceptado un riesgo. La teoría oficial continua indicando que durante la noche, un potente ruido les hizo creer que se estaba produciendo un alud, de ahí su salida precipitada de la tienda y el correr a ponerse a salvo en el bosque.

No hubo ninguna avalancha ni esa noche ni después, la nieve que cubría la tienda y los cuerpos era mínima y la justa en una montaña donde cae la nieve. El equipo de los jóvenes (los esquíes, etc) estaba clavado rodeando la tienda tal y como lo dejaron ellos, así lo demuestran las últimas fotos tomadas por el equipo y las del grupo de rescate. De haber un movimiento en la nieve, estarían cubiertos o desplazados y no es así.

No hubo desprendimientos, por lo que la teoría oficial continua diciendo que el ruido que les asustó pudo ser el de un avión en pruebas, cerca hay una base militar, y eso explicaría las luces naranjas que vieron los excursionistas. Unos deportistas cualificados saben distinguir el sonido de un avión y el de la nieve deslizándose, pero aunque así no fuera y la tensión les hiciera separarse de la tienda, al ver que no había peligro y que se estaban congelando, hubieron vuelto a por su ropa de abrigo, cosa que no hicieron.

Es de día, y en el diario del grupo indican que la temperatura es de -18º a -24º de día. El sol está a punto de ponerse, a las 17:02 horas. La última anotación del diario de Dyatlov, dice:

“No podemos dejar que cualquiera en nuestra situación comience el ascenso a las montañas. A cerca de 16:00. Debemos elegir el lugar para la carpa. Hay viento, un poco de nieve. La capa de nieve es de 1,22 metros de espesor. Cansado y agotado, empezamos a preparar la plataforma para la tienda. La leña no es suficiente. No cavaremos un hoyo para el fuego. Demasiado cansado para eso. Cenamos justo dentro de la tienda. Es difícil imaginar un gran consuelo en algún lugar de la cordillera, con un viento penetrante, a cientos de kilómetros de distancia de los asentamientos humanos.”

Los daños en los cuerpos tampoco los pudo producir una avalancha, porque la línea de pisadas se aprecia que todos salieron por su propio pie, sin embargo, la herida del cráneo y la del tórax los inmovilizaría por completo y de inmediato. Les tendrían que sacar sus compañeros de la tienda y llevarlos con ellos, pero no hay marcar de arrastre y precisamente los más heridos fueron los últimos en morir.

¿Alguien se ha fijado en una especie de crucecita que se aprecia en la fotografía que toma el equipo de rescate de la tienda?

Fue tomada el 26 de febrero. El que está de espaldas es Vadin Brusnicin, compañero de los fallecidos del Instituto Politécnico y de los primeros en comenzar la búsqueda. La tienda es inconfundible, ya que la fabricaron uniendo dos carpas Igor Dyatlov y su amigo Boris Slovkov, que fue quien encontró e identificó la tienda. Es la primera foto tomada de la tienda, cuando aun creían que encontrarían vivos a sus compañeros. La cruz no tiene ningún significado religioso, ya que estamos en la antigua Unión Soviética, un estado ateo. Y esa misma cruz aparece en la última foto del equipo perdido mientras montaban esa misma tienda, el 1 de febrero.

O bien se trata de parte del equipo o de una señal para saber dónde establecerse. No está cubierta por la nieve.

En 25 días las condiciones climáticas no cambiaron mucho, como se aprecia en las fotos del equipo de rescate.

 

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