El sueño de Ícaro se convirtió en pesadilla.
La mañana del 4 de febrero del año 1912, Franz Reichelt reunió a varios amigos y personalidades de la época frente a la famosa torre Eiffel para demostrar que su invento, una especie de paracaídas inspirado en un murciélago, servía para caer suavemente a tierra, desde cualquier altura, sin sufrir rasguños.
Reichelt era un famoso sastre en el París del 1900, y estudiando los diseños de Leonardo da Vinci, llegó a inventar este traje que sería una revolución como paracaídas, a pesar de que un año antes (1911) el italiano Joseph Pino había diseñado ya y probado con éxito el paracaídas para pilotos de aviación, Y muchos años antes, en 1797, Andre Garnerin había realizado muchos saltos; entre ellos uno de 8.000 pies de altura sobre Londres con un paracaídas con campana de seda de unos 7 metros de diámetro.
La primera prueba la realizó con un muñeco, pero este cayó violentamente al suelo, y el sastre argumentó que el muñeco, al no poder abrir los brazos, fracasó. Decidió hacer entonces, él mismo el salto, para demostrar la correcta técnica.
Los cuidadores de la Torre Eiffel le dieron un no por respuesta, ya que necesitaba un permiso especial de la policía. No se sabe como logró conseguirlo, y los encargados de la Torre, le hicieron firmar un documento librándolos de toda responsabilidad en caso que la prueba resultase fatal, como así resultó.
Esta es la filmación auténtica de dicho salto que fue filmado con dos cámaras (todo un lujo para la época). En ella se ve comoReichelt duda al comienzo, hasta que después, pone en practica su sueño. Lo último que haría.