Que cosas tiene el bueno de Ed…
(Este post contiene imagenes reales que pueden herir algunas sensibilidades)
Segunda década del siglo XX. El matrimonio Gein, una pareja compuesta por Augusta T. Lehrke y George P.Gein, junto a sus dos hijos Henry y Eddie llegan a Plainfield, Wisconsin, provenientes de la ciudad de La Crosse. El matrimonio es un tanto atípico, George es un hombre débil y alcohólico que vive a la sombra dominante de su mujer. Augusta es la que ha decidido el traslado a esa pequeña granja aislada en los gigantescos campos de Wisconsin para alejar a sus hijos de las malas influencias de la gran ciudad.
Augusta es una fanática luterana que lleva sus creencias a puntos extremos en la educación de sus hijos. Para ella, el mundo exterior es pura perversión y el más mínimo despiste puede ser causa de los más tremendos castigos divinos. Los sermones diarios del antiguo testamento y las continuas advertencias sobre los terribles castigos que, como pesadas losas, caerán sobre sus hijos al más mínimo contacto o acercamiento con las jóvenes del lugar, hacen crecer a estos con la visión de un mundo totalmente distorsionado. Donde todas las mujeres, a excepción de su madre, son rameras de la más baja calaña. De los dos hermanos, Eddie es el más afectado por ser un niño introvertido y haber heredado la debilidad de espíritu de su padre. En la escuela, su aspecto debilucho y afeminado no acompaña a mejorar este tema y todavía los incrustan más en su peculiar mundo. Trabaja en todo tipo de tareas de la granja y sus ratos libres, los aprovecha para devorar todo tipo de literatura y cómics de índole fantástico y de terror.
La señora Gein, sin darse cuenta, está incubando a un ser que años más tarde pasará a la historia por ser una de las personas más perversas del siglo XX. Ed Gein, el carnicero de Plainfield.
En 1940 muere su padre, George. A raíz de su muerte, su hermano Henry comienza a mostrar una clara oposición hacia las doctrinas de su madre. Para Ed, esto es puro sacrilegio pues con el paso de los años su complejo de Edipo hacia Augusta ha ido en aumento y el no acatar o contrariar sus normas es el pecado más grande que se puede llegar a cometer. En 1944, Henry muere en extrañas circunstancias en un incendio que se provoca cerca de la granja. A la policía no le parece sospechoso que Eddie les guíe directamente hasta el cuerpo calcinado de su hermano, cuando momentos antes, al acudir a ellos, había dicho que para sofocar el incendio se había separado y no lo había vuelto a ver. Esta es la primera muestra del bajo intelecto que tiene Ed Gein y que posiblemente fue el motivo por el que sus posteriores víctimas no se contaran por decenas.
Un año después, en 1945, muere Augusta y Ed queda completamente solo y deprimido, aislado del mundo en su pequeña granja de madera. Tiene cuarenta años y pasará la siguiente década inmerso en el peculiar mundo que su mente enfermiza irá perfeccionando poco a poco. Clausura las habitaciones y estancias de su madre y las mantiene como un mausoleo en su honor y recuerdo, años después, diría a los psicólogos que durante mucho tiempo, tras la muerte de su madre, continuó escuchando su voz y sus sermones.
En el pueblo, este tipo bajito y tímido tiene fama de excéntrico y de poseer una imaginación y humor un tanto negro y ácido. Pero también es trabajador y servicial, lo que hace que se le vayan dando pequeños trabajos del campo o carpintería aquí y allá. Incluso se saca unos dólares cuidando a los niños de los vecinos, que confiados, se los dejan en la granja ocasionalmente. En esta época, los gustos por la lectura de Ed han cambiado, y en lugar de leer cómics de terror, ahora prefiere tratados y enciclopedias de anatomía humana que intercala con los diarios del día, concretamente, por la sección de esquelas de los diarios. Los niños que cuida cuentan a sus padres que el señor Ed es todo un aventurero, que ha estado en muchos países exóticos y que de allí son las cabezas amputadas y calaveras que les enseña, regalos de tribus de jíbaros en sus exploraciones.
Ed ha encontrado una nueva afición, por fin de nuevo hay mujeres en su vida. Ahora, en cierto modo, consigue suplir la ausencia de su madre. En su pequeña granja de nuevo se desprende calor humano, aunque este calor solo es el que emanan las lámparas que ha confeccionado con piel humana. Sí, Ed se ha transformado en todo un manitas. En las esquelas del periódico busca su materia prima, mujeres que mueren y que el desentierra al amparo de la noche y transporta hasta su pequeño taller de bricolaje en la granja. No todas son buenas, deben de tener ciertos rasgos que las asemejen a su difunta madre. Aprovecha para profanar las tumbas el mismo día del entierro, así la tierra está fresca y cuando vuelve a rellenar los huecos nadie se da cuenta. No siempre se lleva los cuerpos completos, a veces solo corta las partes que más le interesan… una pierna, una cabeza o quizás un par de bonitas manos.
Eddie une su imaginación con la agilidad que ha adquirido al desempeñar los diferentes trabajos a lo largo de los años, con paciencia, va re decorando su hogar hasta convertirlo en uno de los lugares más macabros y tétricos que jamás hayan existido.