“¡Bienvenido, oh viajero fatigado, al reino de la muerte! ¡Entre! ¡Escoja su ataúd, y siéntese a su lado!”. Con esta frase, una voz oculta y cavernosa daba la bienvenida a los visitantes del Cabaret du Néant, y les invitaba a acomodarse en su sala de intoxicación para, entre velas, ataúdes y esqueletos, pasar una velada en los límites de la muerte.
Cuando escuchamos las palabras Cabaret y París, a la inmensa mayoría nos vienen a la mente lugares de diversión y jolgorio como el Folies Bergere o el Moulin Rouge. Pero a finales del siglo XIX, otras corrientes circulaban análogas a la diversión en la sociedad parisina. El creciente culto a la muerte y al ocultismo florecía en las capitales europeas entre las clases altas. No había reunión ni cena de sociedad sin su posterior sesión espírita en la sobremesa y, así, en busca de lugares de reunión adecuados para los adeptos de la rarología, nacieron en París una serie de peculiares cabarets.
El Cabaret de l´enfer, el Cabaret du Ciel o el Cabaret du Néant (cabaret de la nada o de la muerte), del que os hablaré hoy.
El Cabaret du Néant fue fundado en el año 1892 por un tal Dorville y se ubicaba en el número 34 del Boulevar de Clichy, en París. Se conservan numerosas fotografías del lugar gracias a Eugêne Atgest(1857-1927), que se dedicó a retratar las escenas más mórbidas de este oscura lugar parisino.
El Cabaret estaba distribuido en diferentes salas a las que se accedía por oscuros y angostos pasillos. Los nombres de las salas y su decoración dependían de los actos o espectáculos que en ellas se representaban, así, por ejemplo, encontramos la Sala de intoxicación, que venía a ser más o menos el bar del cabaret, con la peculiaridad de que las mesas eran ataúdes. Toda la sala era de tonos oscuros con calaveras y siniestras estatuas decorando las paredes que, bajo la iluminación tenue de las velas que colgaban de huesudas lámparas, otorgaban al lugar de un aire cargado y siniestro.
Otra sala era conocida como la de la Desintegración, allí se representaban algunos espectáculos, todos ellos relacionados con la muerte. El más conocido era el “Pepper´s Ghost”, en el que una persona elegida de entre el público se transformaba ante la mirada atónita del resto de espectadores en un esqueleto. Esto se conseguía mediante un efecto óptico creado con luces y espejos, algo bastante creativo para la época.
Había otras salas, como la Cueva de las ofensas o la Cueva de los espectros alegres, todas ellas decoradas del modo más macabro imaginable y en la que se representaban espectáculos con nombres tan curiosos como “El fin del mundo”,”Viaje a Liliput”,”El cabaret ruidoso”,”El lobo blanco”,”La rata muerta” o “Los rayos X”, allí se rendía cada noche un culto particular a la Muerte de la mano de oscuros artistas y personajes de la noche.
Pero hay otras historias, más serias que circulan acerca de este Cabaret: hay quien dice que muchas de las noches “aparecían” siniestros actores que no pertenecían al mundo de los vivos, o que quien acudía no solía vivir demasiado después de aquello.
El culto a la muerte ha existido desde que el hombre es hombre y desde entonces se ha ido adaptando a las necesidades y a los avances de la sociedad. Este Cabaret du Néant posiblemente sea uno de los mejores ejemplos de ello. ¿Tomamos un café?
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