Ciberbichos
James Bond podría ser muy pronto cosa del pasado. Al menos, si tenemos en cuenta las últimas investigaciones tecnológicas desarrolladas por el ejército estadounidense. Pero no, en esta ocasión no se trata de sofisticados aviones espía. Aunque tengan algo en común con ellos: el medio aéreo. Y es que la imaginación de los científicos de la guerra ha puesto su atención nada más y nada menos que en los insectos.
La obsesión de científicos y militares por conseguir el espía perfecto, capaz de infiltrarse en las filas enemigas sin ser detectado, ha llevado a los investigadores a fijarse en el mundo de los insectos. ¿Se imaginan un pequeño robot volador, provisto de cámaras y micrófonos diminutos y fácilmente controlable por control remoto? Pues ésa es, precisamente, la idea que tienen en mente los militares estadounidenses. Sin embargo, en lugar de tratar de imitar a la naturaleza creando robots supersofisticados , los científicos han decidido probar con una vía intermedia: la creación de “ciberbichos”, esto es, insectos con implantes artificiales. Por el momento, los investigadores han logrado controlar el vuelo de polillas reales, acoplándoles pequeños dispositivos en su cuerpo, pero su intención es ir mucho más lejos. A través de un programa denominado HI-MEMS, siglas en inglés que podrían traducirse como Sistemas Micro-Electro-Mecánicos de Insectos Híbridos, pretenden implantar microchips quirúrgicos en los insectos mientras éstos todavía están desarrollándose, interconectando nervios y músculos para más tarde hacerse con su control total.
Este insólito programa de investigación cuenta desde su inicio en 2006 con un presupuesto de 12 millones de dólares, cantidad que se ha incrementado año tras año. Entre los insectos sometidos a estas pruebas, se encuentran las citadas polillas, así como ciertos tipos de escarabajo en los que , según portavoces de DARPA (Agencia de Defensa para Proyectos de Investigación Avanzados), se ha logrado implantar con éxito algunos microchips, controlando parcialmente sus movimientos. Aunque los resultados actuales son prometedores, los científicos todavía tienen que solucionar algunos aspectos, como encontrar un sustituto a las baterías que “alimentan” a los microchips, así como mejorar el dominio de los ciberbichos.