La rebelde expulsada
El origen de Lilit parece hallarse en Lilitu y Ardat Lili, dos demonios femeninos mesopotámicos, relacionadas a su vez con el espíritu maligno Lilu. En los nombres de esta familia de demonios aparece la palabra lil, que significa ‘viento’, ‘aire’ o ‘espíritu’.
Los judíos exiliados en Babilonia llevaron a su tierra de origen la creencia en esta criatura maligna, cuyo nombre, adaptado a la fonética del hebreo como לילית (Lilith), se puso en relación con la palabra parónima hebrea ליל, lil, ‘noche’.
Se trata de un demonio femenino de la noche, similar a un súcubo, que vuela por los aires, mata a recién nacidos y seduce a los hombres para poder dar a luz a más demonios.
Las leyendas sobre Lilith son realmente antiguas. En una versión de la épica de Gilgamesh, la diosa Ishtar (en Sumeria su nombre era Inanna) planta un sauce sagrado en su santuario, planificando utilizar la madera para construir un trono mágico. Pero cuando intenta talar el árbol, descubre en la base a una serpiente que no consigue hechizar, a un pájaro zu anidando en sus ramas y a la Doncella de la Oscuridad, Lilith, viviendo en el tronco. Cuando Gilgamesh mata a la serpiente, Lilith huye.
Este mito puede ser el origen de las representaciones gráficas de Lilith como una bella mujer desnuda que sostiene el anillo y la vara del poder, tiene alas y muestra patas de pájaro zu en lugar de pies.
En el folclore judío talmúdico del siglo IV se asegura que Lilith fue la primera esposa de Adán. Seductora y encantadora, fue creada por Dios en respuesta al pedido de Adán de una compañera. Sin embargo, Lilith se niega a situarse sumisamente abajo Adán cuando éste intenta obligarla a mantener relaciones sexuales, y le abandona. Entonces se une a los espíritus malignos próximos al mar Muerto, donde cada día da a luz a más de cien demonios.
Una leyenda musulmana afirma que formó pareja con Satanás y que el fruto de esa unión fue el demonio Djiin. Para castigarla por su desobediencia, Dios mata a algunos de sus hijos diariamente.
En venganza, Lilith se dedica a capturar recién nacidos, en especial varones. En tiempos tan actuales como el siglo XVIII, era muy común que en Europa se protegiera a los recién nacidos con un amuleto que llevaba las imágenes de Adán y Eva, los nombres de los tres ángeles que fueron enviados a traer a Lilith nuevamente a los brazos de Adán y las frases “prohíbe la entrada a Lilith” y “protege a este niño de todo daño”.
Durante siglos, el personaje de Lilith ha sido usado desde los púlpitos como ejemplo moralizante de lo que podía suceder a una mujer en caso de no guardar sumisión ante su esposo. Afortunadamente, aunque no en todos los lugares ni culturas, las Liliths ya no están consideradas como demonios sino todo lo contrario y este mito a quedado como un símbolo retrógado. Por desgracia, como he dicho anteriormente, todavía existen muchos países en los que la suerte de las mujeres corre análoga a la de Lilith cuando se niegan a situarse bajo sus esposos.