El triple crimen de Macastre
Veinte años después de las extrañas muertes de tres niños en Macastre y Turís, el macabro caso continúa sin resolver. Dos de los cuerpos de los menores no presentaban señales de violencia, mientras que el tercer cadáver fue descuartizado con una sierra mecánica. Esta es una de las incógnitas que nunca pudieron despejar los investigadores de la Guardia Civil.
Los hechos ocurrieron el tercer fin de semana de enero de 1989, pero los cadáveres aparecieron días después en tres lugares diferentes. El terrible suceso conmocionó a los vecinos del tranquilo pueblo de Macastre.
Francisco Valeriano Flores Sán~chez, de 14 años de edad, su novia Rosario Sayete Moedra, de 15 años, y Pilar Ruiz Barriga, también de 15 años, salieron el 14 de enero de 1989 de excursión. Y nunca más los volvieron a ver con vida.
Cinco días más tarde fue encontrado el cadáver de Rosario en una caseta de Macastre; el 27 de enero hallaron en la calle Alcácer de Valencia un pie amputado supuestamente de Pilar; el 8 de abril, un hombre descubrió el cuerpo sin vida de Francisco cuando buscaba espárragos cerca de la caseta; y el 24 de mayo, unos niños localizaron en Turís el resto del cadáver de Pilar.
El pasado mes de enero se cumplieron 20 años de aquellas misteriosas desapariciones, pero prácticamente todas los interrogantes sobre lo ocurrido siguen abiertos. Varias fueron las hipótesis que se barajaron sobre aquel fatídico tercer fin de semana de enero de 1989: desde que los adolescentes consumieron un cóctel de drogas que les causó la muerte, hasta que fueron atacados por un desconocido. Pero ninguna de estas teorías pudo ser confirmada por la Guardia Civil.
Con una sierra mecánica
Dos de los cuerpos de los menores no presentaban signos de violencia, pero el cadáver de Pilar fue mutilado con una sierra mecánica, según el Instituto Nacional de Toxicología, y le faltaba un pie y una mano.
Para algunas personas que vieron los cuerpos no había dudas: alguien asesinó a los menores. Sin embargo, ese alguien nunca pudo ser identificado a pesar de que varios guardias civiles investigaron con esmero las extrañas muertes. Y los familiares de los menores no olvidan ni aceptan lo ocurrido. “Para mi familia, mi hermana está desaparecida, pero no muerta. El cuerpo de Pilar estaba irreconocible, y además tenía una cicatriz en la pierna que no vimos en el cadáver”, aseguró Felisa Ruiz a LAS PROVINCIAS en 1997.
Pero la Guardia Civil no tenía dudas de que el cuerpo descuartizado pertenecía a la menor desaparecida. Un minucioso estudio de los restos humanos en el Instituto Nacional de Toxicología confirmó los resultados del primer informe realizado en la Clínica Forense de Valencia. La pierna de la joven había sido cortada con una sierra mecánica. Este macabro detalle desconcertó a los investigadores.
Un rompecabezas macabro
Una de las hipótesis que barajaba la Guardia Civil en aquel entonces era la muerte accidental de los tres menores tras consumir un cóctel de sustancias estupefacientes. Así, Rosario habría fallecido primero en la casa de campo, y su novio fue a buscar ayuda, pero también murió intoxicado a unos 400 metros de distancia.
Sin embargo, en todo este rompecabezas macabro hay algo que no encaja: el descuartizamiento del cadáver hallado en una acequia de Turís. Varias semanas antes de que apareciera el cuerpo mutilado de la joven, una llamada telefónica anónima a Protección Civil informó de que una persona había abandonado un cadáver en Turís. El comunicante misterioso dio incluso el nombre del individuo que presuntamente había cometido el crimen. El sospechoso fue interrogado, pero negó cualquier relación con las extrañas muertes de los niños y quedó libre por falta de pruebas.
Veinte años después de los misteriosos hechos, Francisco, Rosario y Pilar -que pertenecían a familias desestructuradas de Benimàmet y Paterna- sólo siguen vivos en el recuerdo de unos pocos parientes.
Los menores frecuentaban en 1989 un conflictivo barrio de Burjassot, donde aprendieron a inhalar benzol, la droga de los más pobres en aquella época. Francisco había pasado un tiempo en un reformatorio, pero un fin de semana salió de vacaciones y nunca más regresó.