El caso de los “gatos bonsai” es una clara muestra de leyenda urbana moderna y muestra como las nuevas tecnologías pueden difundir mundialmente un hoax en poco tiempo. En este caso, el tema de los gatos embotellados no es más que una broma de un estudiante del Massachussets Institute of Technology (MIT).
En tal Dr. Michael Wong Chang (seudónimo del bromista en cuestión), vendía a través de internet pequeños gatos que introducía con pocas semanas de vida en botellas, alimentándolos con sondas y tratándolos con algún compuesto que ablandaba sus huesos, hasta que los gatitos, a los pocos meses, tomaban las forma de las botellas o frascos. El método, a todas vistas cruel, estaba teniendo mucho éxito y las ventas se estaban disparando en diferentes países.
Esta historia, acompañada de la página web donde el Dr. Wong vendía y explicaba el método de los Bonsai Cats, circulo por los correos electrónicos de medio mundo (todavía lo sigue haciendo), y movilizó a muchísima gente en contra de tan macabro y cruel maltrato animal.
Aunque ya han pasado varios años desde su inicio, todavía existen muchísimos lugares en internet donde se trata este tema como real. Foros en los que los defensores de los animales claman al cielo ante tales prácticas y webs dedicadas única y exclusivamente a recoger firmas para que se cierre la web en concreto.
El tema llegó a ser investigado por el F.B.I, y de esa investigación salió el origen de todo el tema. Pero no encontraron nada con lo que inculpar a los autores, pues claro está, los gatitos jamás han existido y todo se trató de una broma de estudiantes. Eso sí, la web en concreto de estos personajes (no pondré la dirección para no proporcionales publicidad gratuita), recibe todos los días miles de visitas de gente que movida por el morbo va en busca de estos mininos enbotellados.
Hay que reconocer que es un modo original de promocionar su web, pese a la baja moralidad del método.