De París a Nueva York para hacer historia.
La estatua de la libertad es uno de los símbolos de Nueva York, y una de las estatuas más conocidas del mundo. Vista en infinidad de películas, todos sabemos como es por fuera, pero repasemos un poco de la historia de “Miss Liberty” antes de llegar a su famoso emplazamiento actual.
Testigo de excepción de la historia reciente de la ciudad, su origen se remonta a 1876, cuando el escultor francés Frédéric Auguste Bartholdi (1834 – 1904), fue el elegido para diseñar el regalo que Francia le haría a Estados Unidos en el centenario de la Declaraciónde Independencia en una época en que las dos naciones estaban tan íntimamente unidas que se las llegó a llamar “las dos hermanas”.
Bartholdi recibió en su Alsacia natal el encargo de realizar un gran monumento que provocara el orgullo de franceses y la admiración en los americanos, y la verdad es que esa tarea de tanta responsabilidad no le produjo demasiados quebraderos de cabeza, ya que utilizó un diseño anterior que no había llegado tener el éxito que él esperaba.
En 1867, mientras se construía el Canal de Suez, Bartholdi trabajaba en Egipto, e influido por la grandiosidad de las pirámides, realizo el modelo de un monumental faro portado por una dama egipcia para colocar en la entrada del majestuoso canal, al estilo de otra desaparecida maravilla, el Coloso de Rodas. Pero Egipto, rechazó su proyecto y Bartholdi lo rescató, añadiendo a su diseño algunos matices inspirados en una escultura del artista Pio Fedi que estaba enla SantaCrocede Florencia, y para el rostro, el escultor uso como modelo a su madre, Charlotte Beysser .Añadió también los rayos sobre la cabeza, como el Coloso de Rodas, que representaba al dios griego Helios, pero en este caso modificó el número de rayos a siete, que representan a los siete océanos del mundo y los siete continentes ( separaban America del Norte de America del Sur, e incluían la Antártida). Como Bathordi había luchado en la guerra franco-prusiana, el concepto de libertad era muy especial en él, con lo que decidió llamar a su proyecto: “ La libertad iluminando el mundo”. Bajo el brazo izquierdo una losa con la fecha de la independencia del país 4 de julio de 1776.
Viajó a Nueva York respaldado por personalidades muy influyentes de la época y eligió la isla de Bedloe, que daba la bienvenida a los viajeros antes de llegar a Manhattan como un emplazamiento perfecto.
Pero un gran problema hacía que el proyecto corriera peligro de no ser realizado a tiempo, su elevado coste, así que comenzaron a recurrir al ingenio.
La estatua descansaba sobre un pedestal tan alto como ella, pero el dinero tampoco llegaba. Se acordó que los gastos fueran compartidos entre los dos países, Francia pagaría por la estatua, América pagaría su pedestal y la base, y para ello se fundó un comité de recaudación de fondos llamada Unión Franco-Americana. Este comité ideó varias formas de financiación, desde conciertos y obras de teatro, pasando por la venta de replicas en miniatura de la estatua numeradas como piezas de coleccionista, e incluso se subastaron obras del propio Barthodi. Así a finales se reunieron los 750.000 dólares de la época que costó la estatua, toda una fortuna.
De este dinero, la parte de las donaciones solo fue de 100.000 dólares, a pesar del interés que despertaba una estatua tan colosal que pudiera visitarse por dentro, y que figuras como el editor Joseph Pulitzer lanzara una campaña en su periódico, el New York World, donde publicaba los nombres de los donantes , que llegaron a ser 121.000.
El 28 de octubre de 1886 tuvo lugar la ceremonia de inauguración, y fue declarado día festivo. A pesar del mal tiempo y la lluvia, más de un millón de personas salieron a ala calle dispuestas a no perderse el gran acontecimiento. El presidente de Estados Unidos, Grover Cleveland y el embajador de Francia encabezaban el comité que inauguró la celebre estatua en el lugar privilegiado donde sigue hoy en día.