La herencia
Antonio era un hombre de unos treinta años, tenía su trabajo seguro, amores que habían pasado por su vida, pero nadie en especial por el momento .Adoraba sus pasatiempos al aire libre y sus paseos en bicicleta. Sin familiares cercanos porque sus padres habían fallecido y era hijo único. El sabia de la existencia de un tío, entonces pensaba entre sí, que ya a esta altura seria un viejo avaro y cascarrabias, desde las ultimas noticias que había tenido, siempre vivió solo en su vieja casa con sus tantos años como él o más .
Una mañana despertaba con el pelo enmarañado y sus ojos tan pegados que no podía abrirlos mientras golpeaban la puerta , tratando de llegar otra vez de un grito seco avisa …!ya voy¡… había llegado el cartero con la correspondencia informándole que su tío había fallecido, sin ningún otro pariente cercano el tendría el honor de heredar sus pertenencias. Llegado el día se puso en viaje a la que sería ahora su nueva casa, contento, ya no tendría que pagar alquileres cada mes.
Se puso a recorrer las habitaciones y sin darse cuenta se paso toda la tarde, en un momento se dirigió al sótano solo ahí le faltaba… hurgando había encontrado varias cosas interesantes, entre ellas un cuadro, era un retrato de su tío, le llamo la atención, estaba muy escondido, pero con una mirada que le atajo desde el primer momento .Le saco un poco las telarañas y lo despolvó, estaba cansado, lo colocó en una mesa que ahí mismo se situaba.
Decidió irse a dormir ya que el sueño le surgía ,ya conciliado hace no más de cinco minutos ,su cuerpo comenzó a temblar, traspiraba ,deliraba entre sueños era como si quería despertarse, y no podía, solo se le presentaba aquella mirada… la del cuadro.
A la mañana siguiente despertó un tanto atormentado, como si no hubiese descansado se sentía agotado, pensó que el día de ayer había sido muy largo .Tomo una ducha un ligero desayuno, ya no tenias ganas de dar esos paseos en bicicleta como le gustaba tanto en las mañanas, solo quiso quedarse todo el día en la casa acomodando, una de las primeras cosas que hizo fue colgar el cuadro justo arriba en la cabecera de su cama. Pasada una semana y los sueños le sucedían una y otra vez, la mirada del cuadro se hacía penetrante, inquisitiva y algo siniestra. Su aspecto había cambiado, se había vuelto un poco ermitaño y quejoso sentía como si los días eran uno y no trascurrían, solo un veneno por sus venas un sabor a maldad, una posesión en su cuerpo que desfiguraba su alma.
Una tremenda fuerza que lo absorbía cada vez más…
Después de un mes un amigo de Antonio decidió ir a visitarlo ya que no tenía noticias de él .Tocó la puerta… nadie salió y entro llamándolo, ¡Antonio!…nadie le contestaba… escuchó algo, desde la habitación una voz frágil y que se quebraba llego hasta allí y con una sed inexplicable de maldad Antonio tomo por detrás a su amigo degollándolo en el acto.
El cuadro en su mismo lugar… los siniestros ojos cobran día a día más vida…
Antonio continúa en la casa con una posesión inexplicable desparramando sangre de cuanta persona cruce su puerta…