Poniendo en solfa la teoría comúnmente aceptada de que los grandes lagartos besaron la lona hace millones de años hoy traigo dos criaturas que la hunden por completo. Sus nombres son Ropen y Kongamato, las dos son arcosaurios que han sobrevivido hasta al actualidad y se pasean sin pudor por los cielos de Nueva Guinea y buena parte de África riéndose de los sesudos estudios sobre su extinción.
Lejos de ocultarse de las miradas de los incrédulos se pavonean de su condición de dinosaurios, si el Ropen llama la atención con su bioluminiscencia que hace pensar a los indígenas en espíritus voladores no se queda atrás el Kongamato, con su color rojo y sus dos metros de envergadura.
De ambos contamos con testimonios veraces de gente que no está influenciada por nuestros relatos, sólo hablan de lo que han visto con sus propios ojos. Y si eso os parece poco, también pueden enseñar las heridas que les han producido esas criaturas, pues aunque su dieta se suele centrar en otros animales ( Los Ropen en los peces por ejemplo) no desprecian el sabor de la carne humana.
Los pterosauriae fueron otra orden de reptiles, parientes cercanos de los dinosaurios, incluídos todos en el grupo de los Arcosaurios junto a los cocodrilos y las actuales aves.
Eso nos lleva a lo de la extinción: efectivamente los grandes reptiles se extinguieron pero parece ser que la evolución final de la especie derivó en las actuales aves. El Archaeropterix tiene la culpa de la sospecha y , pareciéndolo, no era un pterosaurio sino el antepasado de las aves y comparado con el Deinonynchus (este sí, un dinosaurio) no había más diferencia apenas que las plumas.
En fin, la conclusión científica vigente es que las aves son dinosaurios saurisquios, terópodos así que, los dinosaurios no se extinguieron.