Sobre Calígula y la sordidez de los emperadores romanos

El Top Five de los emperadores chalados

De todos es sabido que muchos emperadores romanos no fueron precisamente “hermanitas de la caridad”, perversiones sexuales, asesinatos, obsesiones de todo tipo… y todo ello de un modo más o menos público. Son muchos, no todos, que también los hubo buenos, pero veamos hoy el top cinco de los emperadores romanos más chalados.

El emperador Tiberio, según cuentan algunas fuentes históricas, fue un pedófilo de lo más imaginativo. En su retiro en la isla de Capri, al señor le gustaba nadar dentro de grutas con grupos de muchachos ataviados como pececillos, que le “mordisqueaban en sus partes” mientras nadaba. A lo largo de su mandato, Tiberio vio desaparecer con una serie de oportunas muertes a todos aquellos aspirantes a arrebatarle su mandato.

Sobre su afición a los jovencitos, es posible que los rumores fueran exagerados por senadores enemigos y por el biógrafo sensacionalista Suetonio.

Calígula fue un exhibicionista sádico. Se acostaba con sus tres hermanas, que luego obligó a prostituirse. Con actores, con grupos de prostitutas baratas, etcétera; en ocasiones prohibía a muejres de la nobleza a las que había vioaldo que se acostaran después con otro hombre, pues debían sentirse muy honradas. Loco de remate; nombró cónsul a su caballo; estaba convencido de que era el rey de lso dioses, Júpiter; declaró la guerra al dios del mar, Nepturno y recogió conchas marinas a modo de trofeos.

Se le acusaba de alardear de acostarse con las mujeres de sus súbditos, de matar por pura diversión, de provocar una hambruna al gastar demasiado dinero en la construcción de su puente, y de querer erigir una estatua de sí mismo en el Templo de Jerusalén con el objeto de ser adorado por todos.

Perverso polimorfo. Se acuesta con su madre, Agripina, y después ordena que la asesinen a puñaladas; mató a patadas a su esposa embarazada, Popea; se casó con dos actores, uno de los cuales, Sporus, fue castrado para que le sirviera de “esposa”.

Otro loco de atar; los crímenes carnales no se compensan con su amor al arte y la poesía de Grecia. Al ser asesinado, expiró gimiendo: “¡Qué gran artista muere conmigo!”.

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Voyeur infantil. Le gustaba ver copular a su harén privado de trescientas chicas y trescientos chicos; les ponía nombres de órganos sexuales; eligió a su brazo derecho, Onos, porque tenía el “miembro viril más grande que la mayoría de animales”.

Su vida sexual fue menos conocida que su costumbre de aparecer como gladiador en la arena, a veces contra hombres discapacitados armados solo con esponjas… todo un hombreton el señor Cómodo.

Travestido de instintos asesinos. Llegó al poder cuando tenía catorce años, aparecía como mujer en comparecencias públicas; se casó con el esclavo Hierocles; representaba pantomimas lascivas en las que el marido lo descubría en la cama con otros hombres y se veía obligado a pegarle; trabajó como prostituta en burdeles de Roma, con grandes elogios de los clientes.

Aun dejando margen para la exageración, la mera locura es difícil de superar. Convencido de que era el dios Helios, mandaba cortar los genitales a muchachos a los que arrojaba al fuego expiatorio; asfixiaba a invitados a cenar con pétalos de rosa; recurrió a cirujanos de Roma para que lo castraran y crearan una vagina pero canceló la operación de cambio de sexo en último instante.

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