A la caza de Planetas Azules
El cohete Delta II que sacó a la nave de la fuerza de gravedad terrestre comenzó a rugir a las 22.49 (03.49 GMT del sábado) cuando iluminó la noche del cielo límpido de la zona central de la Florida. “El cohete Delta II ha partido llevando a Kepler en busca de otros planetas como la Tierra”, dijo el control de la misión segundos después de que cruzara la noche del Cabo Cañaveral de la Florida.
Tras entrar en la órbita a unos 185 kilómetros de la Tierra el cohete activará nuevamente sus motores para lanzar la nave a otra órbita, esta vez en torno al sol.
El Kepler, que pesa más de una tonelada, será situado en una órbita alrededor del Sol, como nuestro planeta, que realizará en 371 días y será elíptica. Esa distancia se ha considerado óptima para mantener las comunicaciones con la Tierra y su forma hará posible que el telescopio evite el brillo deslumbrante de los objetos celestiales.
El lanzamiento se llevó a cabo con un cohete Delta II, que ya ha puesto en órbita más de 120 satélites y varias sondas a Marte. Hay que recordar que el pasado 25 de febrero el lanzamiento de la misión OCO (un observatorio orbital destinado a medir el carbono en la atmósfera) acabó en fracaso porque el cohete, un Taurus XL, no pudo soportar el peso de la nave.
Todos en la NASA confían en el éxito de una misión que puede ayudar a dar respuesta a la inquietante pregunta de si existe vida extraterrestre. Para ello, el Kepler se enfocará hacia la zona denominada Cygnus-Lyra, en la Vía Láctea, un área donde hay estrellas de una composición y edad muy parecidas a la del Sol.
Siguiendo la estela de nuestro planeta, iniciará así un viaje de tres años y medio, y 477 millones de euros, en el que observará más de 100.000 estrellas de forma simultánea y cada 30 minutos. Para saber si hay planetas orbitándolas, un fotómetro de 0,95 metros de diámetro medirá las oscilaciones que haya en el brillo de las estrellas.
Se trata de detectar cambios en esa luz que sean periódicos (durante días, meses o años) y, por tanto, indiquen que un planeta está orbitando en torno a la estrella en cuestión (lo que se denomina tránsito). “El tamaño del planeta y su distancia de la estrella se deduce de cuánto brillo quita el astro y durante cuánto tiempo”, explica Andrés Moya, del Instituto de Astrofísica Andaluz, uno de los tres grupos españoles que colaboran en la misión.
Desde 1995, los astrónomos han localizado 337 planetas fuera de nuestro Sistema Solar (el último, el observado por el telescopio europeo CoRoT, es el de un tamaño similar a la Tierra), pero ninguno tiene condiciones para albergar vida, es decir, agua líquida.
Ahora, el fotómetro de este cazador de planetas de la NASA ha sido diseñado para enfocar un amplio campo de visión, capaz de ver a más de 3.000 años luz, con una lente de 95 millones de píxeles. Es la mayor cámara que la agencia americana ha puesto en el espacio.
“El catálogo planetario que elabore Kepler será muy útil para hacer, por vez primera, una buena estadística y obtener una estimación fiable del número total de planetas del tipo de la Tierra en la Vía Láctea. Además, permitirá una planificación más fina de las misiones futuras que tengan por objetivo el estudio detallado de los nuevos mundos descubiertos por Kepler; pero si no detectase otras ‘tierras’, habrá que replantearse seriamente toda la estrategia para la búsqueda de vida en otros mundos”, señala Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional.
En todo caso, la misión Kepler no sólo buscará planetas, sino que puede ayudar a responder otras muchas preguntas intrigantes: ¿Qué edad tienen las estrellas? ¿Es el Sol una típica? ¿Cómo evolucionan? La medición de las oscilaciones de brillo estelar ayudará a precisar la sismología de más de 5.000 de estos astros durante los primeros nueve meses en el espacio.