Los unicornios y el mar

concedieran una nueva morada donde poder vivir en paz, alejados de esos

seres  que acababan con ellos en pretensión de adquirir sus mágicos poderes.

Los Dioses, apiadándose de ellos, les concedieron sus deseos y les

ofrecieron los océanos como morada. Profundidades donde los humanos

serían incapaces de encontrarlos. Transformaron sus cuerpos para adaptarlos

a las aguas, les ofrecieron la majestuosidad de las ballenas y la inteligencia

de los delfines y conservaron sus cuernos, donde residía todo el poder y

la magia de estos seres mitológicos.

Hoy en día los unicornios se conocen como Narvales, los científicos no saben muy bien como clasificarlos.

Al contrario que el resto de los Cetáceos, los Narvales rehúyen del contacto humano y es muy poco lo que se ha podido estudiar de ellos.

Increíblemente, son los únicos habitantes marinos con cornamenta.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *