Tras veinte años, cerrado el caso Boisaca.

Caso cerrado

Veinte años han tenido que pasar para que el joven que en mayo de 1988 fue atropellado por el expreso Rías Altas a su paso por Santiago recuperase su nombre. Óscar Ortega Vasalo salió un día de su casa de Castelldefels (Barcelona) después de explicarle a su madre en una nota que se iba unos días de vacaciones. Nunca más regresó. Durante dos decenios su familia se ha estado preguntando por el paradero del muchacho, mientras la policía se devanaba los sesos intentando identificar el cuerpo del hombre de unos 22 años que una noche se interpuso en el camino del Rías Altas. Desde ayer, y gracias al ADN, ha quedado confirmado que el joven arrollado en San Lázaro y Óscar Ortega son la misma persona.

Cadáver seccionado de Boisaca

Ríos de tinta ha hecho correr la historia del cadáver anónimo que descansa en el cementerio de Boisaca, un caso por el que llegaron a interesarse los tripulantes de la nave del misterio. Y es que en el 2006, un equipo de Cuarto Milenio, el programa que dirige Iker Jiménez, se acercó a Compostela para conocer de primera mano qué había ocurrido aquella noche de mayo. Periodistas, policías y la única mujer que vio con vida aquel día a Óscar Ortega desgranaron ante la cámara la historia hipotética del joven al que nadie reclamó tras su muerte y del que se llegó a especular que sufría una minusvalía psíquica.

Ahora, su madre, que regentó una farmacia en Vigo, puede contar que el misterioso joven sin identificar había acabado hacía poco su servicio militar en Pontevedra y se había trasladado a Barcelona para buscar un empleo. Que se había matriculado en una academia y comprado el temario de las oposiciones a la Seguridad Social antes de desaparecer. Que, al parecer, estaba deprimido. Y que su familia había interpuesto denuncias de desaparición en Barcelona, Vigo, Ourense, Irún y Majadahonda, intentando encontrar una pista que les revelase el paradero del muchacho, aunque sin éxito.

La respuesta llegó gracias al análisis de ADN. Y es que la Policía Científica había tomado muestras tanto de la madre como de la hermana de Óscar Ortega, para compararlas con el perfil genético de los cadáveres sin identificar que hay en España.

Después de una amarga espera, han conocido la respuesta. Los datos que habían cruzado la Policía Nacional y la Guardia Civil revelaron que el hijo de María Bertina Vasalo llevaba dos décadas descansando en el cementerio de Boisaca en un nicho sin nombre.

La parcela 7.621 del cementerio de Boisaca, correspondiente a una tumba de la beneficencia, podría estar vacía.

Allí fue donde el 25 de mayo de 1988 fueron enterrados los restos de Óscar Ortega Vasalo, el joven de 22 años arrollado por un tren a su paso por Santiago dos decenios atrás, y del que se desconocía su identidad hasta hace unos días.

Los servicios municipales están ya revisando la documentación correspondiente a este enterramiento, y al parecer hay posibilidades reales de que el cadáver del muchacho repose en una fosa común desde el año 1995. Un hecho que podría dificultar la recuperación del cuerpo.

En el registro del Concello consta que el 14 de septiembre de 1995 los restos mortales de un varón sin identificar se habían trasladado a una fosa común tras prescribir el plazo asignado a la tumba que ocupaba desde 1988. Se trata de un procedimiento que ampara el reglamento del cementerio de Boisaca, que establece que pasados cinco años desde el enterramiento de una persona los restos deben ser trasladados y la propiedad de la sepultura volverá al Concello.

Y es que, en el caso probable de que el cadáver de Óscar Ortega se exhumase de su tumba para ser enterrado en una fosa común, sería casi inviable que la familia -que ayer confirmó que la policía se había puesto en contacto con ellos para informarles de que su pariente se encontraba en Boisaca- pudiese trasladarlo al cementerio de Majadahonda, donde ahora residen.

Así las cosas, parece poco probable que los restos del joven arrollado por el expreso Rías Altas , que hizo correr ríos de tinta por lo extraño de su muerte, abandonen el cementerio compostelano. La familia de Óscar Ortega no quiso precisar si ya ha viajado o si tiene previsto hacerlo a Santiago para hacerse cargo del cuerpo de su pariente.

 

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