Este 6 de agosto se cumplieron 65 años de uno de los horrores más grandes jamás cometidos en una guerra.
El ataque con una bomba nuclear a Hiroshima. 3 días después se repetiría la misma barbarie conociendo las consecuencias sobre Nagasaki.
La excelente reflexión nuclear de Joel que nos publico aquí el día 6 me ha hecho rescatar una trilogía que hice hace un año dedicada a esto tan terrible que nunca debió haber ocurrido.
Esta barbarie nuclear digna de la peor pesadilla, quedo eclipsada en parte por el holocausto judío llevado a cabo por los nazis, pero personalmente metería al entonces presidente Harry Truman en la misma lista genocida, ya que ordeno lanzar las 2 bombas atómicas sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki provocando la muerte directa de 300.000 personas, que otras miles murieran semanas después, y que miles de supervivientes quedaran marcados física y psicológicamente por los efectos secundarios de la bomba.
Nada mas conocer los daños, el presidente Truman dijo: “este es el suceso mas grandioso de la historia”.
Como el material sobre este ataque es muy denso lo dividiré en tres post, este es el primero dedicado especialmente al esfuerzo estadounidense de ocultar el horror que habían provocado:
El ataque atómico dejo un terrible recuerdo, y todas las imágenes que se mostraron eran de la ciudad devastada, ¿pero donde estaban las victimas?. En 1946, el gobierno americano prohibió la difusión de cualquier testimonio de la masacre y se destruyeron millones de fotografías, y la presión estadounidense obligó al derrotado gobierno japonés a establecer un edicto donde hablar de “aquel hecho” era un atentado contra la tranquilidad pública y por tanto quedaba prohibido.
Con el tiempo salio a la luz algún documento e imagen, pero lo ocurrido, comparado con las imágenes de las pilas de cadáveres de los campos de concentración alemanes que el gobierno americano difundió estratégicamente, no paso de ser un mero dato de algo que había ocurrido en la guerra y estaba en parte justificado. Los miles de victimas eran un dato aun sin rostro.
Aquí están algunas de esas imágenes que ponen rostro a esta barbarie:
Todos los relojes se pararon a las 8:15, la hora del ataque
calor y la explosión dejaron la llamada “sombra nuclear”, aquí se ven los pilares del puente
Aquí se aprecia la silueta de 2 personas que fueron pulverizados al instante
A 200 metros de la explosión, en las escaleras de un banco, esta la sombra de una persona que estaba esperando sentada a que abriera las puertas. Los 2000 grados lo incineraron sobre el escalón.
La bomba estallo a casi 600 metros sobre el centro de Hiroshima, 70.000 personas murieron al instante a 6000 grados centígrados, el resto murió por la onda expansiva que no dejo un edificio en pie y carbonizo hasta los árboles en un radio de 120 Km
Unos minutos y el hongo atómico alcanza una altura de 13 kilómetros provocando una lluvia acida que mata a miles de personas que habían escapado de la explosión inicial. El 80 % de la ciudad había desaparecido.
Hubo miles de casos de incineraciones súbitas, carbonizaciones y quemaduras muy graves a mas de 10 Km. de la zona del estallido.
Los resultados eran devastadores, pero días después los médicos seguían tratando a los supervivientes como si las heridas fueran simples quemaduras, y muchos relatan el horror de comprobar que la gente seguía muriendo de forma enigmática y aterradora licuándose por dentro y muriendo. Nunca habían visto nada semejante.
Los médicos inyectaban incluso vitaminas, pero la carne se pudría al contacto con la aguja. Los glóbulos blancos estaban destrozados.
La mayoría de los supervivientes en 2 Km. quedaron ciegos, y miles de personas sufrieron cataratas por radiación como la de esta imagen, algunas aparecieron años después como una secuela.
“Hibakusha”, así llamaron los japoneses a los supervivientes. Hubo 360.000, aunque la mayoría con graves desfiguraciones, cáncer y deterioro genético.
Estos hibakusha eran victimas también de sus propios compatriotas que creían que la radiación contagiosa y los evitaban a toda costa.
Muchos lo mantuvieron en secreto ocultando sus secuelas (cuando era posible) , e incluso años después, si la compañía para la que trabajaban tenia conocimiento de que eran hibakushas, los despedían.
En la piel estaban las marcas del tipo de ropa, incluso del color y tejido que la gente llevaba en el momento de la explosión.
El 10 de agosto, un fotógrafo del ejercito japonés llamado Yosuke Yamahata llego a Nagasaki con el encargo de documentar los efectos de la “nueva arma” y camino durante horas entre los escombros de un escenario dantesco fotografiando el lado humano del horror que allí se había vivido. Estas son las imágenes y lo que anoto en su diario:
“Un viento caliente comenzó a soplar – explicó años después – En todos lados se veían pequeños incendios, como antorchas apagándose: Nagasaki había sido totalmente destruida… prácticamente tropezábamos con cuerpos humanos y de animales que yacían a nuestro paso…”
“Era en verdad el infierno en la tierra. Aquellos que apenas pudieron sobrevivir la intensa radiación -con los ojos quemados y la piel calcinada y ulcerada- deambulaban apoyándose en palos para poder sostenerse esperando ayuda. Ni una sola nube amortiguaba los rayos del sol de ese día de agosto, brillando inmisericorde en ese segundo día después del estallido”.
Y una casualidad, exactamente 20 años después, otro 6 de agosto, Yamahata enfermó súbitamente y le diagnosticaron cáncer de duodeno en fase terminal por los efectos de aquel paseo donde saco estas imágenes. El fotógrafo descansa en el cementerio de Tama en Tokio.
Como curiosidad, la carta que Albert Einstein remitió al anterior presidente Roosevelt, donde contaba la posibilidad de usar el uranio como arma de considerable poder, y explicaba los pasos para poder conseguirlo. Este es un extracto de esa carta:
Recientes trabajos realizados por Enrico Fermi y Leo Szilard, cuya versión manuscrita ha llegado a mi conocimiento, me hacen suponer que el elemento uranio puede convertirse en una nueva e importante fuente de energía en un futuro inmediato[…] se ha abierto la posibilidad de realizar una reacción nuclear en cadena en una amplia masa de uranio mediante lo cual se generaría una gran cantidad de energía[…]
Este nuevo fenómeno podría conducir a la fabricación de bombas y, aunque con menos certeza, es probable que con este procedimiento se pueda construir bombas de nuevo tipo y extremadamente potentes.
(Carta de Einstein enviada al presidente Roosevelt).
Posteado por Dragonerrante.